¡Hola!
En mi juventud el conocimiento llegaba con dolor por aquello de “la letra con sangre entra” o “a golpes se templa el acero”. ¿Es posible esto hoy si formamos parte de un mundo de constantes cambios que nos exige estar en constante aprendizaje? ¿No sería una vida de permanente sufrimiento?
En días donde se renueva el calendario es necesario revisar cómo aprendemos si buscamos otro futuro, porque en la sociedad líquida el acero se hunde y la sangre nos predispone a la violencia. Sobre todo, porque el tiempo nos ha enseñado que aprendemos más cuando confían en nuestro valor, cuando la letra entra con la emoción de sentirnos queridos.
Con ese ímpetu comenzamos un nuevo año de trabajo, articulando espacios y culturas del encuentro para un mundo más humano y sensible.
¡Adelante!
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