Artículos Articulados

El futuro desde los jóvenes

Juan Vera - Blog - El futuro desde los jóvenes

Coautores de este artículo Laura Vera y Juan Vera

Juan conoce a Laura desde antes de que ella naciera, cuando empezó a moverse en el vientre de su madre. Juan empezó a amarla cuando aún no tenía nombre, luego cuando iba a llamarse Violeta y después cuando supo que se llamaría Laura. Juan creó un blog para ella antes de que naciera “Cuentos para Laura”. Allí escribió el primer cuento y las letras de las nanas que quería cantarle para arrullar su sueño. La vio crecer y la acompañó a recorrer todas las artes por primera vez.

Quienes leyeron el libro Articuladores de lo posible (2019) encontraron a Laura haciendo preguntas difíciles a su autor, preguntas de esas que enseñan a responder. Laura tiene ya 19 años y observa el mundo con una visión muy crítica. Suele opinar que Juan, que es su abuelo, es a veces naif por su esperanza inagotable. Él se defiende argumentando que no es una ingenuidad indocumentada, que desde luego cree en el racionalismo con fundamentos, y que observa los riesgos que nos rodean. No es, por lo tanto, ingenuidad, sino la decisión deliberada de tener esperanza.

Laura es admiradora de la cultura asiática, devora sus animés. Para entenderla Juan ha empezado a leerlos también y a acercarse a Osamu Dazai y pronto a Ryu Murakami, que no tiene nada que ver con Haruki. 

Cuando la montaña no se acerca a Mahoma, Juan se ha acercado además a La generación líquida (2017), el libro en el que Thomas Leoncini (de 32 años) y Zygmunt Bauman (de 92) conversaron el mismo año de la muerte de Bauman.

Hoy Juan ha logrado que Laura acepte escribir un artículo articulado juntos. Este es el resultado desde los lejanos ciclos de vida de ambos.

Juan toma la palabra para hacer la primera pregunta a Laura: 

Juan Vera (J.V):- Mi querida Laura, ¿qué es el futuro para ti?, ¿qué esperas de él, si es que esperas algo?

Laura Vera (L.V):- En la edad en la que estoy es algo tormentoso el preguntarse qué es el futuro, porque mi cabeza da muchas vueltas, de esas vueltas salen preguntas constantes. ¿Qué quiero ser?, ¿lo que he elegido para estudiar será lo mejor para mí?, ¿seré exitosa?, ¿con el terrible deterioro del medio ambiente, tendré futuro?, ¿está 100% en mi mano que tenga un futuro exitoso o existe la suerte entre medio? No creo que sea la única en hacerme estas preguntas. Supongo que la gran mayoría de la gente joven se las hace, se las harán o se las han hecho.

El concepto de "futuro" es abstracto y depende de muchos factores sociales, políticos, económicos y culturales. El mundo ha pasado por un montón de subidas y bajadas, de guerras, crisis económicas, golpes de estado, independencias de países… Pero supongo que en la actualidad a esas subidas y bajadas se le han sumado otros problemas que hacen que en mi caso me pregunte sobre el futuro. 

Por ejemplo, el calentamiento global. Ya se sabe que no es posible disminuirlo, que el mundo ha llegado a un punto de contaminación del cual no se puede retroceder. Y ese dato me lleva a la pregunta de cuánto más nos queda de vida sobre el planeta Tierra y qué nos depara el futuro en los distintos ámbitos de vida, tanto el laboral como el personal.

Esa es mi parte más o menos pesimista. Luego tengo la necesidad de querer callar las bocas a las generaciones que critican a la mía, a mi generación, a la generación conocida por ser la generación de cristal y demostrar que a pesar de no ser lo que esperaban que fuéramos como generación somos capaces de lograr un mundo más sostenible, de avanzar en el ámbito de la igualdad de género y de la igualdad y del respeto hacia la comunidad LGTBIQ+, del respeto hacia las personas en general, hacia la salud del medio ambiente y, en conclusión, hacia una vida digna para todos.

Puede sonar algo cursi y bastante bien pintado para mí, a pesar de ser algo que he pensado yo, que suelo ser crítica, pero creo que es lo único que me hace nivelar la balanza entre lo malo/realista y lo bueno.

Esto es lo único que espero del futuro, aunque sea egocéntrico y/o egoísta: sentirme satisfecha como persona, quererme, aceptarme y ser feliz aunque no sea de forma permanente, pero intentar serlo la mayoría del tiempo.   

 
Juan Vera - Blog - ¿cómo ves el futuro liderado por la famosa generación de cristal?
 

Ahora te pregunto yo. Mi generación es frecuentemente criticada. ¿Qué piensas de ella?, ¿cómo ves el futuro liderado por la famosa generación de cristal?

J.V:- Gracias, querida Laura, por tu respuesta. Son dos preguntas en una las que me haces, pero las tomo. No sé si sabes que dicen que el nombre de “generación cristal” para denominar a la generación Z se atribuye a la filósofa española Montserrat Nebrera. Te lo cuento para ponerle un cierto tinte nacionalista. Es una broma.

Parto por considerar que las generaciones y sus características culturales y conductuales son el resultado del mundo que les toca vivir. Desde ahí puedes ver que ya planteo una cierta exculpación de los aspectos negativos que se les puedan atribuir. Estoy seguro de que no sería quien soy si hubiese nacido en el 2003 como tú. Sois hijos de la generación X o de los primeros millennials, y ellos hijos de los baby boomers, como yo. Tenemos responsabilidad en el mundo que os dejamos.

Hablar de cristal puede llevarnos a palabras que tienen significados muy diversos: frágil, quebradizo, delicado, pero también cortante, transparente y relacionado con la luz. Hablamos de agua o mirada cristalina o de hacerse añicos como un cristal al caerse. 

Pienso que tenéis una sensibilidad social y ecológica que admiro. Creo que tenéis destrezas tecnológicas envidiables y, a la vez, me preocupa el desinterés por la lectura o que la tecnología se convierta en un fin y no en un medio. Me gusta que seáis demandantes y me carga cuando no tiene el contrapeso de la responsabilidad y el esfuerzo para cambiar lo que no os gusta.

¿Cómo veo el futuro? Como tú, con una gran preocupación, porque hay aspectos que serán difíciles de cambiar si es que no se toman medidas hoy, pero aunque me llames naif algunas veces, no pierdo la esperanza. Y si no la pierdo es porque en el fondo de mi corazón confío en vosotros, en que estéis abiertos al diálogo más que a refugiaros en vuestra individualidad. Sé que hemos contribuido a un mundo competitivo y consumista, pero, aun así, confío en que penséis más en la convivencia social desde la aceptación de la diversidad que hay en vosotros, que en la felicidad individual que os haga retraídos y propensos al ensimismamiento.

Es por eso que te he invitado a esta conversación y que quiero preguntarte por el mundo en el que quisieras vivir si tuvieras todo el poder para diseñarlo. ¿Cómo sería? Descríbelo,  ¿quieres?

L.V:- En el siglo que estamos viviendo la tecnología no hace más que avanzar. Es un hecho que tiene consecuencias buenas y malas, como casi todo en la vida. Actualmente, esta tecnología tiene un solo beneficiario que es el ser humano. Bueno, mejor dicho, solo una parte de la población humana, aunque la ONU decretó que el acceso a la tecnología debía ser un derecho humano, pero seamos realistas, el acceder a tecnología tiene un trasfondo  y es tener un nivel económico que permita ese acceso.

Cuando me refiero a que la tecnología es solo beneficiosa para el ser humano es porque la hemos convertido en una necesidad para nosotros. El resto de nuestro entorno, como son las plantas y los animales no se beneficia de ella, solo de las malas consecuencias que estas tecnologías generan, es decir, los residuos y la contaminación. 

Por eso el mundo que diseñaría, a pesar de que el calentamiento global está en el pick, sería reversible. En ese mundo lograríamos hacer compatible la tecnología con el medio ambiente. Creo en un futuro donde la tecnología esté sometida a la salud del planeta, que si bien hemos hecho de la tecnología algo necesario para nuestro vivir, también debería ser una exigencia asegurar la salud del nuestro ambiente natural, haciéndonos a nosotros tener que preocuparnos por el cuidado y el respeto de este, haciéndonos, en general, más conscientes sobre los que tenemos alrededor.

Hasta aquí la parte más física y estructural del nuevo mundo que imagino, pero para ello se necesita un avance mucho mayor y es, en realidad, el primer paso para un buen futuro y se trata de la reeducación de las personas, tanto las generaciones mayores como las generaciones actuales y las que están por venir. Creo que a lo largo de los años se ha avanzado en muchas cosas, pero hay algo que permanece y es el egoísmo y egocentrismo. 

Creo que no hay persona que no tenga algo de egoísmo y/o egocentrismo en su interior y esto lo acepto como nuestra parte oscura. El problema es cuando el egocentrismo se convierte en el educador, y no me refiero a la educación del colegio. Me refiero a la educación del pensamiento, porque a raíz de esa educación nos hemos puesto el traje de creernos jueces para decir lo que está bien y lo que está mal, creernos con el derecho de juzgar algo que está fuera de nuestra normalidad, a darnos el derecho a discriminar algo porque no es igual a lo que pensamos.  

Esa es la cara mala del egocentrismo y el egoísmo, que no es lo mismo que el orgullo y el amor por nosotros mismos que nos ayuda a pensar en nosotros y a querernos. También creo en ese mundo en el que tengamos confianza en nosotros. 

Es por eso que cuando me refiero a reeducar a las personas hablo de fusionar el autocuidado con la empatía. Sé que son términos que pueden parecer contrarios, pero creo que si uno educa mostrando estas dos tendencias humanas, se puede lograr un buen balance. Esa autoestima que se desprende de lo que estoy diciendo nos hace velar por el bienestar propio y la empatía por el bienestar de los otros, logrando un balance y creando bienestar común. 

 
 

Con la fusión de estos dos valores crearemos un pensamiento más próspero para poder dar paso a acciones físicas como lo que he planteado en primer lugar. Y tú, abuelo, ¿qué crees que sea necesario inculcar a las personas de todas las generaciones para lograr ese futuro más balanceado? Me refiero al ámbito de la manera de pensar y percibir y también al de la sostenibilidad del planeta.

J.V:- Empezaré por el final, Laura. Creo que lo primero sería educar en que la Tierra, nuestro planeta, no nos pertenece. No la hemos comprado, ni la hemos heredado. La Tierra nos precede y su naturaleza debe ser respetada y cuidada más allá de hacerlo por las futuras generaciones, que en sí ya es una responsabilidad intergeneracional que también deberíamos tener.

El respeto de las culturas originarias debería llegar a las aulas. Conforme avanzamos en el conocimiento de los animales y las plantas empezamos a tener conciencia de que sienten emociones y tienen lenguaje. ¿Qué justifica, entonces, la superioridad arrogante que hemos ido desarrollando a través de lo que llamamos “progreso”?

Desde luego, creo que cuando los contenidos están disponibles en la red y el saber es fugaz, el gran esfuerzo educador debería poner énfasis en el autoconocimiento, el conocimiento de los otros y la capacidad de aprender permanentemente sin convertir lo aprendido en certezas. Sé que no es fácil. Son muchos los tránsitos que hay que realizar:

  • Desde el talento individual a la inteligencia colectiva.

  • Desde la competencia y el requerimiento de destacar a la colaboración como habilidad y estrategia de un nuevo vivir.

  • Desde la resignación y la declaración de imposibilidad a la aceptación y la intención de transformar la realidad.

  • Desde el debate al diálogo.

  • Desde la búsqueda de estabilidad a saber vivir en lo incierto.

  • Desde la exaltación de lo igual a la valoración de lo distinto

Y sin duda me faltarán muchas cosas más, que en este momento intuyo que el futuro humano requiere. Gestionar la diversidad, salir de la inmediatez, “deslaborizar” nuestra identidad. No sé si existe este término, pero podemos inventarlo para decir que nuestra identidad no puede quedar establecida por nuestro rol laboral. 

En el fondo este listado que parece complejo representa una idea mucho más simple: debemos educar para la convivencia, para el respeto de todas las manifestaciones de la vida y de la naturaleza. Educar mirándonos a los ojos.

Mi última pregunta, Laura querida, tiene que ver con una preocupación que me embarga cuando veo el crecimiento del suicidio juvenil, la crisis de salud mental, el aumento de las depresiones y las crisis de pánico. ¿Es la dificultad de tener aspiraciones sostenibles lo que provoca todo esto?, ¿es la duda de que no haya futuro?, ¿qué me puedes decir de esto?

L.V:- Creo que las enfermedades en torno a la salud mental como son los trastornos de conducta alimentaria (TCA), la depresión, la ansiedad o los ataques de pánico son y debieran ser de alta preocupación. Estoy de acuerdo.

Es cierto que en la actualidad están siendo más notorias en la gente más joven, pero este tipo de enfermedades estaban también presentes en tu época de juventud. La única diferencia es que ahora se les está dando más visibilización. En el siglo pasado era un tabú, como el hablar de sexo o de una orientación sexual que no fuera la binaria establecida por una cultura retrógrada.

Decir que este tipo de situaciones son consecuencia de la incertidumbre del futuro creo que es erróneo, o al menos insuficiente. El aumento de estas enfermedades va mucho más allá y tiene que ver con múltiples situaciones internas de cada persona situadas en su línea temporal de vida dentro del rango de niñez y adolescencia.

Son muchas las causas, por ejemplo, la falta de apego por partes de los padres, las situaciones de abuso (bullying, abuso sexual, abuso psicológico…), el abandono. La lista es muy larga. Todo esto queda registrado en la mente de las personas y pueden ser asimiladas y aparecer en cualquier edad a pesar de que hayan podido suceder diez años atrás. Son traumas que presentan distintos síntomas como el miedo al abandono, la falta de autoestima, problemas de ira, problemas con poder expresar los sentimientos. Estos síntomas, por decirlo así, son la raíz y esto se va haciendo más grande causando lo conocido como la depresión, los TCA, la ansiedad, los ataques de pánico, etc.

Enfocándome en tu pregunta de si la percepción de un futuro incierto puede acentuar estas enfermedades hasta el punto de llegar a suicidarse, sí, pero esta sería la gota que colma el vaso que ya está muy lleno de otras carencias.

Desde luego, cuando los jóvenes nos ponemos a pensar en el futuro no podemos sentir sino una gran incertidumbre porque asegurarnos el futuro que queremos es imposible y ahí aparecen un par de problemáticas: aquellos excesivamente autoexigentes que a pesar de sus esfuerzos no logran el resultado que quieren, pudiendo crear cuadros de estrés o ansiedad, y otros que a lo largo de su vida se han ido creando la idea de que la vida no tiene valor para ellos porque la humanidad es decepcionante, como muestra Osamu Dazai en su libro Indigno de ser humano (1948) hundiéndose en un cuadro depresivo amenazante para la vida. El propio autor y su mujer se suicidaron, como ejemplo.

En conclusión, las enfermedades que podemos llamar emocionales, más que mentales, son un conjunto de malas experiencias y pensamientos intrusivos que no permiten imaginar el futuro como un buen lugar y pueden llevar en el peor de los casos a no querer vivir.

Te he mencionado el miedo al abandono y a raíz de eso cómo se puede llegar a situaciones de soledad. ¿Qué piensas tú de la soledad?, ¿cómo llevas la soledad?, ¿crees que la soledad es mala?

J.V:- Déjame respirar un momento para poder responderte. “Soledad” es una palabra que al ser pronunciada puede tener ecos distintos. Cuando la sala está vacía la voz retumba. Una sala puede estar sin nadie y, sin embargo, no estar vacía. Con esto, Laura, quiero empezar por distinguir entre estar solo y sentir abandono. Distinguir entre los momentos conmigo mismo y el sentirme vacío. No es lo mismo.

Así, creyendo yo firmemente que los seres humanos somos seres sociales que nos constituimos en la relación con los otros, que somos en la medida en que reconocemos la otredad –este concepto puedo explicártelo mientras nos comemos tu postre favorito el próximo domingo–, también valoro los momentos de esa soledad que significa estar solo conmigo. En ellos puedo preguntarme sobre lo que estoy pensando, sobre la vida, sobre el amor, sobre el presente que vivo o sobre el futuro que quiero. Es algo que necesito con frecuencia. Por lo tanto, a la pregunta de si la soledad es mala, así, de forma general, mi respuesta sería: no.

Y eso porque no llamo solamente soledad a la que nos embarga cuando sentimos que nos han abandonado. Sé que la sensación de abandono es dolorosa. Sé que sentirse abandonado puede tener que ver también con las expectativas sobre lo que esperamos de los otros. Yo no me he sentido abandonado, aunque algunas personas se han ido de mi vida. Por eso, no sé si conozco la soledad mala, pero he reacomodado varias veces en la vida mis expectativas.

Tengo sobre mi mesa la primera versión que te regalé de Indigno de ser humano de Osamu Dazai. Ahora ya tienes otra con mejor diseño de portada y confieso que no lo he terminado, pero me da pie para decir que más allá de las decepciones que Yozo –el narrador en primera persona– ha tenido con los seres humanos con los que se ha cruzado en la vida, está la decepción de sí mismo, el vacío de sí. Creo que la peor soledad es la de nosotros mismos, el propio autoabandono. 

Sé que algunas veces me etiquetas de demasiado positivo, de ver todo demasiado bonito. En realidad, veo un mundo complejo, frecuentemente inhumano, cruel, ambicioso, pero junto a él, los seres humanos podemos hacer cosas magníficas. Por eso, mi principal temor es darle más poder a lo que no me gusta que a lo que me gusta. 

Mientras tú existas yo tendré esperanza. Mientras muchos jóvenes apuesten por la vida yo creeré en la vida. Mientras que tu generación cristal quiera defender el planeta y hacer un mundo más inclusivo en el que se defienda la dignidad de todos, yo creeré en el futuro. Y esta declaración de amor es toda una fuente de energía con la que puedo vivir cada día, porque es una elección mía. Esto te respondería.

Laura y Juan saben que tienen por delante muchas conversaciones. Se dan un abrazo en el Starbucks imaginario en el que se han reunido. Ella se despide diciendo como siempre: “te quiero abuelo” y dándole un puñetazo en el brazo. Él le dice: “te quiero, nietahermosa”, amagando otro que lleva dentro mariposas y laureles. El domingo seguirán sus preguntas, sus respuestas y sus silencios.

 

Juan Vera

La posibilidad de un mundo más humano

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