La humanidad, una historia de articuladores
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Este artículo iba a empezar de otra manera, pero anoche soñé con un abecedario de plástico con letras azules y amarillas. Un niño jugaba con ellas. Ya sabía que las azules eran las consonantes y las cinco amarillas se llamaban vocales. Con ellas empezó a emitir sonidos: “ma”, “dre”, “lu”, “na”. Con ellas construyó sílabas y articuló palabras. Con las palabras articuló sus ideas y escribió un primer cuento.
Ese niño fui yo a los 6 años. Aprendí a leer solo, en el largo invierno de bronquitis asmática. Desde entonces, escribir y hablar fue la manera de articular realidades y ficciones, emociones y hechos. Y como yo, una humanidad que me precedió y un futuro que me sucederá, sumándose como una gota de agua en un océano.
La voz del propósito
La humanidad es una historia de articuladores sucesivos que tuvieron voz y generaron redes. La voz nos surge cuando tenemos consciencia de nuestro propósito; las redes, cuando somos conscientes del entorno del que formamos parte. Individualidad y colectividad, parte y todo, elemento y sistema.
La articulación surge cuando abrimos los ojos a nuestra interdependencia y reconocemos que somos en y con los otros.
Todos somos articuladores más allá de nuestras sombras, basta aprovechar el momento de luz en el que generemos conversaciones para posibles conversaciones, aperturas para que algo nazca, para que un grupo de personas dispuestas a defender a ultranza sus posiciones encuentren un motivo superior para aceptar el nacimiento de una posibilidad colectiva y cedan a la pulsión de su bien particular.
Un poeta, el mexicano Amado Nervo, escribió:
“Solo hay tres voces dignas de romper el silencio: la de la poesía, la de la música y la del amor”.
Una filósofa, la norteamericana Martha Nussbaum, escribe:
“Los tres elementos centrales de la política de la esperanza son el amor, una visión imaginativa (a través de la poesía, la música y el resto de las artes) y un espíritu de deliberación y de crítica racional, encarnado en la filosofía”.
Sorprende tanta coincidencia.
A esa racionalidad apelaba Kant cuando planteaba la importancia de la ética que nos debería llevar a la pregunta, “¿Qué debo hacer?”. Es importante centrarse en lo que queremos, desde luego, pero la humanidad es algo más que la suma de anhelos personales. La conciencia de humanidad nos lleva entonces a la posibilidad de conversaciones centradas en lo que debemos hacer para que un mejor futuro pueda tener sentido y, por lo tanto, cabida.
Cuando la razón nos lleva a lo común, cuando nos lleva también el corazón y el imperativo de nuestra naturaleza gregaria, es difícil pensar que a lo largo de la historia no haya sido ‘articular’ un verbo detrás de la acción de aquellos seres que miraron de frente el devenir para ser parte de su impacto.
Cinco ejemplos en una historia de articuladores
Vuelvo entonces al niño que fue a un colegio de la España franquista en el que conoció la historia de Cristóbal Colón, aquel navegante genovés que capitaneó las tres carabelas. Recuerdo que tuvo preguntas: ¿Cómo llegó a eso? ¿Por qué le hicieron caso? ¿Cómo pudo lograrlo? Después, fue sabiendo que el propósito explorador de Colón y su intención de encontrar una ruta más corta para llegar al reino de China no hubieran prosperado sin encontrar cómo sumar otros intereses y así, sin proponérselo, se convirtió en un articulador.
La Santa Inquisición, que presidía entonces el Consejo de Estado de los reinos de Castilla y Aragón, solo cedería a las pretensiones del curioso navegante si la expedición incorporaba un interés religioso, como era el de evangelizar y a ello Colón tuvo que sumar intereses comerciales y políticos de instituciones y personajes que vieron en el proyecto posibilidades que no estaban en sus primeras ideas.
Después de siete años de conversaciones, el sueño de Colón fue un proyecto de Estado en el que Luis de Santángel, financista de los reyes Isabel y Fernando, estuvo dispuesto a invertir. Gabriel Sánchez, el tesorero del reino de Aragón, facilitó que la Iglesia depusiera su veto y la Orden de los Franciscanos, que fue aliada desde un tiempo temprano, se sumó en la aventura de lo desconocido. Las capitulaciones de Santa Fe en abril de 1492 dieron paso a un viaje extraordinario.
¿Qué fue entonces Cristóbal Colón? ¿Un marino o el articulador de una empresa que tuvo consecuencias históricas? Sin duda, ambas cosas. Varias causas encontraron una misma propuesta para ser un proyecto que no terminó en las costas de Asia, pero encontró un mundo desconocido en Europa. Se llamó el Nuevo Mundo. Articular supone eso, generar nuevos mundos, navegar por lo incierto, abandonar las creencias que nos dejan anclados al puerto ya descubierto y conocido.
¿Qué fue, varios siglos después, Robert Schuman? El ministro francés de Asuntos Exteriores tras la segunda guerra mundial, ¿fue un hábil político o el arquitecto de la colaboración necesaria para un futuro de requerimientos globales?
Schuman planteó por primera vez en 1950 la idea de un proyecto de unión europea y desde su rol ministerial generó las redes de conversaciones con sus pares de otros países y con los presidentes Konrad Adenauer y Winston Churchill. Se convirtió así en uno de los articuladores de mayor impacto en la historia del viejo continente.
La creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero dio origen al principal proyecto de integración de países que, conservando su soberanía nacional, aceptaron ser parte de un espacio para el diálogo y la generación de políticas comunes. Su pregunta sobre la posibilidad de vivir en un continente sin fronteras abrió la puerta de otro nuevo mundo.
¿Qué fue un presidente como Jimmy Carter, que no pasará a la historia por la popularidad dentro de su propio país y que, sin embargo, obtuvo importantes acuerdos internacionales? ¿Fue un mediador que intentó consolidar el rol de los Estados Unidos en el planeta o el puente para articular el encuentro de actores enfrentados y causas divididas?
Los acuerdos de paz de Camp David en el condado de Frederick entre Egipto e Israel han sido considerados como uno de los logros importantes producidos en base a conversaciones, en las que cuentan que Carter hizo aparecer a las personas por encima de sus roles, generando confianza entre los presidentes de los dos países, para evitar una guerra que parecía irremediable.
Sus tratados con la Unión Soviética y con China le llevaron a ganar el premio Nobel de la Paz en el 2002 y, sin embargo, no logró la reelección años antes en su país. Tal vez la paz sigue sin ser un objetivo en el imaginario de los ciudadanos, cuando solo miran su óptimo local. ¿Qué hubieran pensado en este momento de pandemia? Seguramente, hubieran dado más valor a las capacidades articuladoras de Jimmy Carter.
¿Qué rol caracteriza la gestión del papa Francisco y sus conversaciones para articular las posiciones de los líderes religiosos más importantes del mundo? ¿Es un débil representante del dios verdadero o un hombre ecuménico que sabe que no podemos salvarnos solos?
“La pobreza, la decadencia, los sufrimientos de un lugar de la tierra son un silencioso caldo de cultivo de problemas que finalmente afectarán a todo el planeta”, dice en su encíclica Fratelli Tutti, en la que invita a todas las mujeres y hombres del mundo a acercarse, a buscar el encuentro, a mirarse, a conocerse e intentar comprender el punto de partida, el sufrimiento íntimo. Invita al diálogo y a imaginar lo que puede ocurrir en un mundo sin él.
¿Qué hizo que Ángela Merkel se convirtiera en una figura clave en un tiempo dramático como el de la pandemia? ¿Fue su influencia como presidenta de una nación poderosa como es Alemania o su capacidad de articular la reconstrucción de una Europa malherida por un enemigo biológico desconocedor de las fronteras?
Ángela Merkel a pesar de la postura contraria al rescate económico de los países miembros, que sostuvo durante años, pudo visionar el peligro y revisar su postura para evitar que Europa se convirtiera en un campo de batalla de acusaciones mutuas y desarrolló una estrategia de conversaciones con la ayuda del presidente francés Emmanuel Macron para emitir una deuda común destinada a apoyar a los países más afectados por una crisis económica creciente.
Artículó conversaciones con los líderes de las naciones para lograr una lectura común del momento histórico, logrando incorporar al opositor mas duro: el primer ministro holandés Mark Rutte.
“Si los países del sur se van a la quiebra todos nos vamos a la quiebra” planteó Merkel, sosteniendo los postulados de una realidad interconectada que requiere de conductas que también lo estén.
La narrativa de lo posible
Traigo cinco ejemplos, pero como ellos, miles de personas, mujeres y hombres, han tejido a lo largo de los siglos redes de conversaciones para el bien y la posibilidad. Redes que, como aquellas letras del abecedario azul y amarillo de mi infancia, nos han deparado los mejores momentos de esperanza, la opción de una narrativa de que sí es posible.
Una historia de articuladores que nos han hecho vislumbrar horizontes desconocidos y traer el claro mensaje de que la bondad ha tenido más fuerza que la maldad en la historia y de que tenemos el deber moral de seguir preguntándonos, “¿Qué debemos hacer?”.
Fernando Pessoa respondería desde su tumba “Los muertos nacen, no mueren”.
Articular es una invitación luminosa a lo que debe nacer.