Biolibros de humanidad

Este artículo habla de un proyecto -Biolibros de Humanidad- que ya está en marcha y que se inspiró en otro, Human Library,  que también lo está. El origen de esta biblioteca humana se produjo en Dinamarca y hoy tiene versiones en otros países. El concepto fue originalmente diseñado para generar espacios conversacionales capaces de desafiar estereotipos y prejuicios a través de una escucha sensible que abriese las puertas del diálogo.

Cultura del encuentro

El diálogo es un tesoro cada vez más añorado en estos tiempos de extrema polarización en los que la desconfianza en las instituciones y el individualismo exacerbado nos conducen al enfrentamiento y a la deslegitimación de los otros y las otras. En esa polarización se reducen las posibilidades de intimidad, de sentir al otro íntimo, de encontrar el espacio de lo común. 

Recuerdo que en mi primera formación de coach tuvimos que leer Tú no me entiendes (1990) de la profesora de Lingüística, Deborah Tannen. Ese “no me entiendes” se centraba en la dificultad que tenemos mujeres y hombres para entendernos. Hoy podríamos ampliarla a los diferentes grupos sociales, a los pueblos originarios, a las razas, a las religiones, a la diversidad sexual, a nuestros hijos, y hasta a la vecina de al lado. 

En el libro la autora planteaba una distinción interesante entre intimidad e independencia. Recupero aquí una cita que con sorpresa encuentro que subrayé en su libro.

Mientras la intimidad parece decir: “Estamos cerca y somos lo mismo”, la independencia indica: “Estamos separados y somos diferentes”.

Deborah Tannen

Como siempre, podemos encontrar un equilibrio. ¿En qué somos lo mismo? ¿Qué comparto contigo? ¿En qué soy tú y tú eres yo? ¿En qué tengo mi legítima mirada diferente del mundo y de las cosas? ¿Por qué ambas realidades no pueden convivir?

El propósito esencial del proyecto Biolibros de Humanidad es encontrar la intimidad que hay entre nosotros aunque hoy seamos desconocidos. ¿Qué hay de ti en mí cuando me abres la ventana de tu vida?

 
 

Sobre el proyecto original

Vayamos al origen. La historia empieza cuando en 1993 Ronni y Dany Abergel, Asma Mouna y Christoffer Erichsen crearon una ONG juvenil a la que llamaron “Stop the violence” a partir de que un amigo común fuera apuñalado en la que pretendía ser una noche de diversión en Copenhague. El brutal ataque a su amigo, que afortunadamente sobrevivió, hizo que tomaran una posición activa al respecto. ¿Qué estaba pasando de pronto? ¿Por qué esa violencia gratuita? ¿A qué obedecía?

En el año 2000, ya superada la conmoción inicial, decidieron sensibilizar y movilizar a la juventud danesa contra la violencia y construyeron Human Library como un movimiento. En la actualidad, la organización cuenta con 30 mil miembros en toda Dinamarca.

Human Library se consolidó y empezó a funcionar como una biblioteca normal: los visitantes acudían, navegaban por un catálogo de títulos y seleccionaban un libro que luego pedían prestado y regresaban a devolverlo después de leerlo. La única diferencia era que los libros podían ser también personas reales. Aún hoy mantienen la modalidad de lectura que consiste en escuchar el relato de la vida de esa persona-libro involucrándose en una conversación en vivo con el autor: una conversación sobre su vida, eso que frecuentemente pasa a nuestro lado sin que nos demos cuenta. 

La idea tuvo mucho éxito en Dinamarca y a partir de ello fue promovida por otras instituciones públicas como el Consejo de Europa. Actualmente tiene algún nivel de representación en más de 70 países y se percibe como un verdadero movimiento mundial para bajar las barreras que habitualmente ponemos ante los distintos. 

Human Library se abrió a diferentes contextos sociales y educativos, además de a los festivales y congresos dedicados a los derechos humanos, desde las escuelas hasta las galerías de arte, desde los encuentros de jóvenes hasta las bibliotecas reales. 

Los contenidos de estas bibliotecas humanas son múltiples y diversos. Puede tratarse de un emigrante explicando cómo fue su travesía hasta llegar al país de destino y sus experiencias vitales en este destino. O de alguien que sintió una vocación artística o la necesidad de apoyar a los más vulnerables. Tal vez de alguien excluido o que en algún momento cometió un delito. O incluso pueden ser de aquellos que están buscando el sentido de su vida o  de quienes no quieren perderlo. Las temáticas son ilimitadas como la propia vida.

En la idea general, las sesiones de Human Library tienen una duración de entre 20 minutos y media hora. En ese tiempo, se trata de escuchar a la persona-libro a la que también se le puede preguntar. Daniel Goldin, director de la Biblioteca de Vasconcelos en México, uno de los lugares que acogió esta iniciativa, lo explicó en un artículo de El País en  el 2016: “Cualquier persona posee un saber que puede compartir. Lo que hace este formato es reconocer el saber, no tratar al público sólo como una persona ignorante que viene a conocer algo nuevo sino como una vasija llena que puede compartir y enriquecer a otras personas. Se trata de romper la barrera entre el creador y el público”.

¿Qué nos pasa al escuchar la historia de otra u otro cuando surge del fondo de su corazón? ¿Qué nos ocurre cuando dejamos que la vulnerabilidad aparezca y que caigan los escudos al suelo?

Biolibros de humanidad: un proyecto ampliado

A partir de la experiencia del Programa Articular, sobre el que he hablado ampliamente en otros artículos de este blog, me fue quedando claro que sólo nos abrimos a la aceptación de los distintos cuando llegamos a conocer su historia más allá de sus posiciones y sus ideas en el presente. La vida es una experiencia única e incomparable en la que todos estamos y todos podemos atrevernos a contar.

¿Podría ser entonces un camino para acercar a los distantes?¿Podría ser una vía para crear también cultura del encuentro? Me imaginé el poder de escuchar lo que hay detrás de esa persona que conocemos como alguien valiente, como alguien violento, como alguien generoso, o como alguien perdido por las calles oscuras y sinuosas de la vida. Sólo conociendo esa historia podríamos acercarnos incluso a quien nos hizo daño. 

Como español viví la actividad armada de ETA. Primero, como una lucha contra la dictadura, es decir, dándole crédito moral, y luego como un terrorismo sin sentido, completamente indiscriminado y deleznable. ¿Qué justificaba esa violencia? Por eso, el documental Zubiak (2019), que recomiendo vivamente, en el que la viuda del ex gobernador de Guipúzcoa, Juan María Jáuregui, habla con uno de los etarras que mató a su marido, Ibon Etxezarreta, me conmovió el alma. 

Ligado a esto, Maixabel Lasa, viuda de Jáuregui y después responsable de la Dirección de Víctimas del Terrorismo del Gobierno Vasco, es un ejemplo de la capacidad de comprensión y perdón que puede darse mediante conversaciones en las que se escuche abiertamente la historia del otro. 

Por su parte, Ibon Etxezarreta es un ejemplo del arrepentimiento y del reconocimiento de cómo nos puede cambiar la mirada comprender lo que está detrás de una lectura que admite una sola verdad. ¿Cuántas cosas haríamos distintas si no dejásemos que el resentimiento y la violencia de cualquier tipo gobernaran nuestras acciones?

 
 

Al alero de la experiencia de los Círculos de Lectura “Articuladores de lo posible” abrí una vez más una conversación con Irene Torres Hecker, mi compañera en estos experimentos, y pensamos en Biolibros de humanidad, un espacio en el que se leyesen libros y también se leyesen vidas. 

Pusimos en marcha un espacio cuidadoso para 12 personas que ya habían sido parte de otras iniciativas en las que hemos construido comunidad, para admirarnos una vez más del poder de la creación de una nueva intimidad cada vez más profunda y plena de humanidad.

¿Podría esta forma de relacionarnos tener impacto en el mundo de las corporaciones? ¿Podría servir para la construcción de vínculos que fortalezcan el encuentro de los roles y disuelva la tendencia a pensar territorialmente? Inicié esta experiencia en una importante empresa chilena en la que también estamos comprobando la capacidad transformadora de conocer la historia de los otros y las otras. Pusimos estructura a ese espacio. Eso supuso establecer lugar y tiempo para contar, escuchar, devolver, espejar, reflexionar. Supuso contar la vida desde una pauta esencial: la infancia, las personas y los momentos relevantes, los dolores, los símbolos, fotos, música, detalles y pasajes para poner luz sobre lo desconocido de nosotros. 

Dentro de esta experiencia la persona más seca y fría pudo sorprendernos tocando una sinfonía de Mahler en el piano con los ojos llenos de emoción. La persona más recta y meticulosa contó que pasó un año de su vida sin voluntad para levantarse de la cama. 

La vulnerabilidad más absoluta y la brillantez vigorosa conviven. El arte y la lógica más cartesiana. Las luces y las sombras. En los encuentros apareció entonces la más generosa entrega de quien narra y de quienes escuchan y las vidas como hilos que tejen el nosotros. Eso sería y es “Biolibros de humanidad”, una propuesta con sentido en sí misma sin otros libros que leer que las vidas de quienes participen y con la posibilidad de reescribir lo que ya escribimos, de regresar a un capítulo y mostrar lo que desde el presente vemos que pasó a nuestro lado y no lo vimos. 

Te cuento mi vida y te cuento después lo que descubrí al contártelo. Y también está lo que me regalaste tras conocer mi historia. Este es hasta ahora mi principal descubrimiento: el valor no está solamente en la escucha de la persona humana que me habla. Está en lo que descubro cuando cuento desde el fondo de mi corazón abierto.

Daremos la bienvenida a personas que habrán de coincidir por primera vez en este espacio acompañando su integración sutilmente, porque a fin de cuentas nos encontramos en el ser humanidad.

La opinión de los participantes

Le pedí a quienes participaron de esta experiencia piloto que contarán sus sensaciones. Solicité no más de seis líneas, que yo resumo aún más aquí. Estos son los resultados:

La coach venezolana Laly Briceño de Irazábal dijo: “Esta experiencia me ha transportado a otro nivel. Ellos (se refiere a quienes han contado sus vidas hasta ahora) me han invitado a transitar sus recuerdos y el valor de cada instante de sus vidas. Han surgido en mí la compasión, el amor, el dolor y la alegría de estar rodeada de seres maravillosos y dignos de mi más sincera admiración. Leer estas vidas ha sido renacer con cada una de ellas”. 

El empresario peruano Manuel Celi escribió: “Ser un libro humano me ha dejado ver cosas que pasé por alto. Es como si ciertas escenas de mi propia vida hubieran estado en una frecuencia distinta a la que uso hoy para hacer el recorrido de mi historia. Develarlo me reconcilia con recuerdos olvidados y con versiones acomodadas ¡Y cuántas emociones estaban allí esperando ser reconocidas y sentidas de nuevo para dejarlas en paz y tal vez para siempre!”.

La periodista argentina María Rita Nahúm planteó: “La biblioteca humana es una triple travesía: conocerme, conocerte y conocernos en la insondable sinceridad del alma. (…) Vemos en perspectiva lo que hemos aprendido y amamos los pasos y los senderos recorridos, aún aquellos a los que juzgamos difíciles y complejos. Y al encontrarnos, abrimos el corazón de nuestra historia y la compartimos con intensa emoción. El grupo se consolida inmerso en el silencioso abrazo de un espacio sin juicios, lleno de la admiración por la vida de quien la comparte…”Amar es dejar aparecer al otro”, nos dijo Maturana”. 

La empresaria mexicana Leticia Gómez contó: “Mi círculo fue un espacio de íntima confianza que me hizo ver lo cerca que estoy del otro sin importar la geografía o la cultura. También, darme cuenta de lo parecida que es mi historia: las alegrías y dolores tan similares, y que podremos estar distantes, pero no tan distintos. Ha sido una travesía reveladora que me lleva a revisar el pasado y hacer las paces con él y que me presenta nuevas preguntas de cómo quiero vivir el presente y construir futuro. Fue un camino que me nutre, me llena de agradecimiento, me hace querer más”.

El médico venezolano Douglas Urbina sostuvo: “Somos invitados a acompañar en el viaje de Ulises a los cronistas a lo largo del Mediterráneo de sus vidas (…) Resaltan la resiliencia de los que nos narran y su confianza en nosotros, el pathos y las emociones que evocan. (…) Los misterios de cada quien se entretejen en una manta de amistad, revelando parecidos y distinciones en lo vivido, que es lo que nos hace ser lo que somos: individuos con alma sensible y capacidad para escuchar”.

La consultora chilena y experta en educación, Salua Buale indicó: “ Ser biolibro es una experiencia profunda e intensa que comienza desde que empezamos a escuchar la vida de otros e inevitablemente conectamos con nuestra propia historia. Es un proceso de transformación sublime que remueve, remece, conecta y te lleva a recorrer caminos olvidados, el linaje y el propio sendero de la vida (…) Es un regalo de esos que uno atesora en el alma porque te acerca de humano a humano, porque te despoja de títulos y roles, porque brinda la posibilidad de estar más cerca de tu propia esencia y la del otro”.

La coach y didacta de biodanza de ascendencia italiana, Maria Marinaro dijo: “Valoro sobre todo el cuidado con el que nos escuchamos. Nos ha unido la alegría de estar juntos cada quince días. A mi me convoca fuertemente formar parte de un espacio en el que entre todos nos convertimos en contenedor amoroso y contenido vulnerable. Ante tanta enajenación en este mundo, este espacio nos devuelve nuestra humanidad y nos abre el corazón a posibilidades transformadoras. Tengo solo agradecimiento”.

Finalmente, la consultora y relatora venezolana, Karelly Paredes declaró: “Esta experiencia ha significado para mi honrar la vida desde mi propia vida, desde escuchar y compartir la vida de los otros. Hoy, para mi, honrar la vida es agradecer lo vivido, darle sentido a nuestra historia. Es valorar en quién nos hemos convertido, es comprender quiénes estamos siendo (…) Es apreciar en cada participante tanta diversidad, tanta humanidad. Es pasar por una montaña de emociones desde el duelo, la tristeza, el miedo, la rabia, la ternura, la alegría y el amor. En fin, es ser humano”.

El prototipo de esta experiencia está listo, la ausencia es evidente, el requerimiento de volver a sentarnos a conversar para construir un futuro para todos, también. Nos falta volver a confiar en la palabra y en la necesidad del abrazo que todo cuerpo humano tiene. Nosotros, biolibros de humanidad.

 

PROGRAMA ARTICULAR

Un espacio formativo para construir la cultura del encuentro.

Juan Vera1 Comment