Juan Vera

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Signos del colapso

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Escuchar: Signos del colapso Juan Vera

Hablamos de colapso cuando algo se atora, cuando se hace más lento o cuando quiebra el ritmo de su funcionamiento habitual y toma una velocidad que nos hace sospechar que el motor se quemará, que está entrando en un bucle en el que acabará con su propia capacidad y terminará deteniéndose.

Hay muchas formas de suicidio, pero todas ellas tienen que ver con que nuestro sentido del vivir colapsa. Ese colapso puede llevarnos a decisiones irreversibles que no siempre mejoran lo que nos llevó a tomarlas.

Los movimientos antisistémicos hablan de un colapso del sistema en el que se producen. Remarco esta idea a pocos días de las elecciones primarias de Argentina. Las PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) en las que la opción de Javier Milei ha recibido el apoyo de quienes perciben que la sociedad, tal como funciona, hoy se ha colapsado, prefiriendo una opción que pretende dolarizar un país sin dólares, terminar con la llamada “justicia social”, legalizar las armas, no poner límites a la libertad individual y literalmente derrumbar el Banco Central. El regreso a la selva.

Contra toda indiferencia ante las violencias

Son muchos los analistas políticos que vienen advirtiendo sobre el riesgo de una democracia colapsada, incapaz de resolver los nuevos problemas que la propia maquinaria social y política crea y que al cerrar la ventana de la confianza clausuran el camino del diálogo y pueden apostar por populismos que excluyan a todos quienes no estén dispuestos a abrazar sus ideas, renunciando a todo lo que pudo llamarse progreso social, dado que ese progreso devino en crisis.

El riesgo, entonces, es regresar a las catacumbas para volver a empezar con armas en la mano la búsqueda de una nueva verdad. “Al final ni se consiguió la paz, ni tampoco la justicia”. Ese es su argumento y, además, es caro para la ciudadanía.

Cuando los países que vivieron duras dictaduras empiezan a repetir los pasos que les llevaron a ellas no podemos quedarnos indiferentes. No es suficiente hablar de los nuevos locos autócratas, de sus patologías y de sus incoherencias. De hecho, ese no es el fondo de la cuestión. Porque ninguna locura puede hacerse con el control social si no existe el espacio que lo permita. Ese es el grave problema y el requerimiento al que mirar y mirarnos.

Reiniciar el sentido comunitario

Resetear y reiniciar son dos verbos infinitivos que no pueden confundirse. Quienes pretendan resetear pueden acabar también con los pilares del sentido de vivir en comunidad. Que las cosas vayan mal no puede significar que consideremos que el ser humano debe centrarse en sí mismo y prescindir de lo comunitario, si fuera así estaríamos prescindiendo del origen de la política.

¿Cómo reiniciar un proceso de reflexión sobre el destino de una sociedad que tiene que volver a encontrar propósitos comunes, desde valores más cercanos a la comprensión y la generosidad que a cortar las cabezas de aquellos quienes conforman las castas a las que responsabilizamos de los males del presente?

Desde el odio será difícil encontrar caminos que nos lleven a algo distinto a permanentes cambios pendulares. Lo que sí parece claro es que los signos de colapso nos deben llevar a no seguir procrastinando la decisión de que el momento es ahora, ya.

“Ahora”, esa palabra que está llena de esperanza y voluntad y “todos”, habitantes del mismo universo y no solo los illuminati que vengan a predicar un nuevo orden cuyo secreto han recibido misteriosamente para aprovechar la decepción en vez de la vocación de construir un mundo inclusivo.