Juan Vera

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La dictadura del ahora

Uno de los síntomas persistentes en la sociedad es la polarización que surge del ensimismamiento del yo conmigo y mi verdad. Es un fenómeno atado a la falta de proyecciones de un futuro donde estemos todos y juntos con propósitos que excedan a la supervivencia individual. En este artículo abordaré el concepto de la dictadura del ahora y qué es necesario ejercitar para construir un mañana inclusivo y esperanzador.

Principios

¿Es una línea la vida? ¿Es una espiral? ¿Es un salto? Todos los últimos eneros me detengo a pensarlo, a tomar consciencia de mi respiración como si a través de ella pudiese encontrar respuestas. Inhalo queriendo capturar la clave del misterio o encontrar la calma que requiero ¿Encontraría esa calma si no tuviera la esperanza de que volveré a inhalar de nuevo? 

¿Me constituyo en este momento en el que vivo hoy y en la profundidad de mi conexión con él o esa conexión sólo es posible desde el aprendizaje de una vida en la que me he ido constituyendo?

Hace unos días decía en un corto podcast: “Me asusta el paso del tiempo, los relojes que van perdiendo la memoria de su pasar ¿Qué queda de una vida sin recuerdos? ¿Es acaso la vida sólo este presente, por muy pleno que sea? Me resisto a aceptarlo. 

Es cierto que el ahora es el momento en el que respiro y en el que estoy consciente, pero antes de ello sentí y tuve pensamientos y dudo de que el pensar de este momento pudiera existir sin el que tuve, sin el vivir que me transformó. Lo vivido y su rastro, el arañazo leve o fuerte, lo encontrado y lo soltado en el camino no son cenizas perdidas en el ayer aún cuando se desvanezcan en el recuerdo.

De pronto son muchas razones: el olvido que ha quedado detrás y el perdón obligado a lo que no podemos recordar, el aprendizaje que me ha hecho y nos ha hecho ser estos seres de paso que quieren dejar una huella por leve que sea de su pasar ¿Será eso vanidad? ¿Será el sentido? ¿Será el flujo de la vida que no se pregunta si existe el pasado y el futuro y sólo se justifica en la pasión de vivir?

Dejo a un lado las preguntas que la filosofía se sigue haciendo y sólo dudo de que yo y vosotros fuéramos los mismos sin la lectura de un contexto que viene construyéndose y sin las intenciones y los anhelos que nos proyectan al futuro.

Proyecciones

Es cierto que el futuro no existe en el sentido de que no ha sido y que cuando sea, será presente. Es cierto que no puede ser la única razón del vivir, pero creo que no podemos involucrarnos en un accionar comprometido en un presente que no se proyecta. Por ejemplo, cuando hablamos de las decisiones cortoplacistas de los gobiernos que se deben revalidar en pocos años es porque las grandes transformaciones que requerimos precisan de un tiempo mayor y sobre todo de creer que podemos tenerlo.

¿Para qué ejecutar grandes transformaciones que sólo se verán en el futuro si lo único que es real es el presente? Lo peor es que la existencia de esa pregunta puede disuadirnos de la importancia del diálogo, del esfuerzo para ponernos de acuerdo, y de la necesidad de la colaboración.

Creo, sin duda, en la importancia de vivir el presente con intensidad y profunda atención y para eso considero que la creencia de una línea que continúa hacia adelante se hace necesaria. El territorio del ahora es un territorio muy individual. Yo conmigo. Yo con los míos. Yo aprovechando la respiración de este momento.

Seguir el horizonte

Abrirme a los otros implica tiempo para nutrir las relaciones y crear el espíritu de la comunidad. Cuando el sentido es sólo este momento mi requerimiento de un nosotros más amplio se atenúa y el riesgo de distancia y separación con los que no forman mi mundo más cercano se hace más evidente.

La polarización a la que me he referido en otros artículos es la consecuencia del ensimismamiento del yo conmigo y mi verdad. Y con ello de la falta de intenciones y proyectos futuros en los que merezca la pena que estemos todos y juntos. Todos con propósitos más allá, mucho más allá, de la supervivencia individual. 

La atención plena puede llevarnos a una inteligencia colectiva al servicio de un diseño que trascienda la coincidencia casual y que supere la belleza momentánea del cruce entre dos miradas que luego vuelven a su órbita ¿Es la vida una línea? ¿Un espiral? ¿Un encuentro?