Juan Vera

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Entrevista a José Weinstein

El camino transitado

Pensar y escribir un libro no es sencillo. Es cierto que, a veces, el ritmo fluye, las ideas discurren y se enlazan entre sí, descubriéndose. Pero insisto, escribir no es simplemente el resultado de dejar fluir y desparramar litros de tinta o de tirar ideas sueltas en un papel. Lejos de eso. Es saber qué queremos decir, por qué, para qué y para quiénes escribimos, con qué propósito. El mío fue devolver algo de mis años de experiencia en el coaching en el  ámbito del poder e intentar aportar con ello a transformar la realidad, y —por qué no— lograr que más coaches, ciudadanos y políticos puedan juntarse para potenciar esa gran acción transformadora que es la política.

Articuladores de lo posible” fue —entre otras cosas— la posibilidad de plasmar lo que he aprendido en mis veintiséis años de ejercicio del coaching, lo que he transitado, compartido y cohabitado con muchos otros que me hicieron crecer. Escribirlo fue, también, pensarme y re-pensarme, preguntarme y re-preguntarme. Fue reconocerme y reconocer a todos aquellos que han formado parte de este camino, aquellos que influyeron en construir las miradas múltiples y diversas, aquellos con quienes co-construimos saberes-aprendizajes, los compartimos y multiplicamos.

En este proceso de escritura tuve el agrado de volver a entrevistar a varias personas que me marcaron. José Weinstein, académico, político, quien fuera Subsecretario de Educación y el primer Ministro de Cultura de Chile, y a quien tuve el placer de acompañar como coach, fue uno de ellos. Comparto aquí su mirada lúcida y clara sobre la política y el poder, su concepción de «democracia vacía y distante», y su visión sobre el coaching como acompañamiento en el ejercicio del poder.

Entrevista a José Weinstein para enriquecer mi libro “Articuladores de lo Posible”

- Cuando observas el mundo de la política y el poder, ¿qué juicios se despiertan en ti? ¿Qué inquietudes?

Observo con mucha inquietud el distanciamiento que ha tenido la dinámica política, al menos en su versión más clásica de representación y planteo de proyectos de sociedad desde los partidos políticos,  respecto de la vida social y las expectativas de los ciudadanos. 

Hay dos mundos que no se están encontrando, con la consecuencia brutal de que los partidos políticos se van encerrando cada vez más en la insignificancia y en juegos de poder endogámicos que no son de interés para la ciudadanía, mientras surgen en paralelo dinámicas micro sociales que no alcanzan densidad ni perdurabilidad en el tiempo, sin conectar con proposiciones de cambios más sustantivos en la sociedad. Los puentes de sentido entre sociedad civil y política parecen cada vez más esquivos con la consecuencia de que la democracia, con sus instituciones tradicionales, se vuelve cada vez más (peligrosamente) vacía y distante. Me inquieta que las alternativas populistas, en su amplia diversidad, pueden convertirse en el cauce donde se reconozcan los miedos y sueños de los ciudadanos.

Creo que nuestra crisis de confianza se agudizó fuertemente con los escándalos de corrupción en que los ciudadanos se sintieron definitivamente manipulados por los partidos y sus personeros. Más allá de las personas y situaciones específicas, este desencuentro entre sociedad y élites, incluyendo al poder político, refiere a un movimiento más general, un signo de estos tiempos, y que no solo ha ocurrido al interior de nuestras fronteras. En este distanciamiento también han incidido los gigantescos cambios que se han producido (y se siguen produciendo) en las formas de vida y trabajo de la sociedad, con los nuevos descubrimientos que la ciencia y la tecnología introducen a una velocidad creciente en la cotidianeidad, y que plantean dilemas de todo tipo, incluso éticos, a los ciudadanos frente a los que no se tiene aún una respuesta articulada y consistente.

- Y ante este contexto de la política, ¿dónde ves las esperanzas, de dónde provienen?

Las esperanzas vienen desde las posibilidades que puede tener, para la acción colectiva, el contar con una población crecientemente más educada, con acceso a  las nuevas tecnologías de información y capacidades inimaginadas de conexión virtual, con conciencia de sus derechos y con sensibilidad respecto de temas claves para la vida en común como el medio ambiente, el cambio climático o la igualdad de género. ¿Serán capaces los liderazgos políticos de canalizar estas convicciones e intereses ciudadanos en un nuevo proyecto de sociedad más justa, fraterna y sostenible? ¿Podrá una nueva generación revitalizar tanto el tejido ciudadano como las instituciones políticas y hacerse cargo de los nuevos dilemas de la sociedad, enriqueciendo la vida democrática? Son preguntas abiertas de cara al futuro.

- ¿Qué rol adjudicas a este acompañamiento que llamamos coaching? ¿Por qué?

Con base en mi experiencia personal, creo que el coaching es una posibilidad muy poderosa de hacer mejor el importante trabajo de liderazgo que se requiere, en particular, de parte de quienes tienen responsabilidades de conducción dentro de las organizaciones. Lo veo como un acompañamiento reflexivo que potencia el análisis de los hechos y procesos que van aconteciendo, así como va permitiendo una toma de decisiones más meditada y que considera más variables (internas a la organización y del contexto, de la historia pasada y del futuro) que las que se plantean en la primera lectura del directivo - muchas veces hecha en la soledad del poder y en medio de las impresiones del momento.

Los cargos de alta dirección, en cualquier esfera de actividad, son especialmente demandantes, y es muy fácil perderse en las decisiones cotidianas y en la respuesta a las presiones y las urgencias, sin desarrollar una mirada estratégica, que guíe la labor de conducción con una perspectiva más amplia. El coaching ayuda a no perder esa conexión entre las acciones requeridas aquí y ahora respecto del aporte de mediano y largo plazo que se quiere desarrollar en la organización, en una política pública o en un determinado sistema social. Es cierto que el largo plazo se construye hoy, pero esto no es fácil de visualizar ni de practicar para el directivo/a, y el coaching puede ayudar a ello. 

Creo que el coaching es particularmente necesario en ciertos momentos y coyunturas personales e institucionales. Así ocurre con momentos álgidos dentro de la trayectoria profesional. Por ejemplo, cuando se ha asumido por primera vez un cargo de alta responsabilidad y se tiene la inseguridad de cómo gestionar el poder del que se dispone tomando buenas decisiones y dando los mensajes correctos a los colaboradores, o bien cuando se está cerrando un ciclo profesional y se debe ponderar muy bien cuáles son los componentes del legado que se quiere dejar en una organización. 

Pero también el coaching es especialmente necesario cuando se atraviesan crisis institucionales y se debe navegar con viento en contra, viendo cómo salir del pantano, reducir los daños de errores cometidos o bien cómo retomar la agenda que se ha extraviado. No quiero decir con esto que el coaching no pueda ser una suerte de acompañamiento permanente - es posible que ciertas personas sí lo requieran como parte de su práctica reflexiva habitual -, pero me es más evidente su incidencia en situaciones personales e institucionales complejas como las mencionadas.