Artículos Articulados
El secreto del liderazgo
Amancio y Juan se conocen desde el año 2012, cuando Amancio asistió al programa Coaching Directivo para coaches profesionales, organizado por Arianna Martínez y su empresa Empoderarte en Porlamar (isla Margarita – Venezuela) y dictado por Juan. En él, Juan profundizaba en una visión del liderazgo en la que los coaches podían ser acompañantes de gran valor si tenían distinciones para ello.
Un año más tarde, el 2 de agosto del 2013, Amancio asistió de nuevo a otra actividad de Empoderarte que tuvo lugar en Caracas, un encuentro que llevaba por título “Coaching directivo: ¿magia o arte?”. Fue especialmente diseñada por Juan para que los asistentes participaran de una experiencia en la que todos esos elementos estuvieran presentes. Amancio le comentó después que había llegado profundamente a su sensibilidad.
En el año 2017, como muchos otros valiosos profesionales venezolanos, Amancio dejó Venezuela para llegar a Chile, donde Juan reside. Se encontraron de nuevo y quedaron en contacto. Algo que valoraba Juan es que todos los mensajes por mail de Amancio terminaban diciendo siempre: “Tu amigo” con la “t” en una marcada mayúscula.
Se citaron en varias ocasiones para conversar y descubrieron que habían seguido un proceso similar en la vida profesional. Ambos pasaron por el mundo de la informática. Ambos se interesaron por la gestión y la administración de empresas. Ambos llegaron al coaching y la programación neurolingüística (PNL). Ambos se han dedicado a la consultoría. Ambos se sienten atraídos por el mundo del liderazgo, aunque posiblemente no tengan las mismas interpretaciones del fenómeno de liderar. Puede ser que lo descubran en este artículo.
También a ambos les atrae escribir y la escritura sirvió para profundizar su relación. En octubre del 2020, Amancio le planteó a Juan su deseo de que prologara el libro de relatos que acababa de terminar en colaboración con dos amigos venezolanos. Juan aceptó y con ello tuvo el premio de conocer a dos seres entrañables y poéticos: Marvin de los Ángeles Colmenares y Eduardo Rommel, los coautores del libro con los que Juan se mantiene en contacto cercano.
Entre tanto, Amancio había hecho llegar a Juan diversas columnas sobre su teoría del liderazgo ecléctico, recogido parcialmente su libro publicado en el 2020 junto a Carlos Rosales: Personas compran líderes. La publicación surgió meses después de que Juan publicase Articuladores de lo posible.
En 2023 un nuevo libro de Amancio ha visto la luz: Liderazgo sin secretos. Esta secuencia insistente ha llevado a Juan a jugar con el título y plantearle a Amancio que escriban juntos este artículo al que quiere ponerle el nombre de “El secreto del liderazgo”
Como es su costumbre, Juan lanza la primera pregunta.
Juan Vera (J.V.):— Gracias, Amancio, por aceptar mi invitación sin vacilar un segundo y como puedes imaginar mi primera pregunta es, ¿qué es para ti el liderazgo y por qué no tiene secretos?
Amancio Ojeda Saavedra (A.O.S.):— Estoy honrado por tu invitación a esta conversación, que es una muestra clara de que el camino en el que andamos, de lo que se trata, es de articular.
Lo primero que vino a la mente para responder a tu interrogante fue: “Lo que tú haces, Juan. Eso es liderazgo”. Luego vinieron los conceptos de los pensadores del tema, de los cuales hay muchos, unos más atinados que otros, pero todo eso lo encontramos en “San Google”.
Liderazgo para mí es lo que hace una profesora de Historia Universal con 28 adolescentes entre 14 y 15 años y al final de cada clase un grupo de 5 o 6 se quedan para pedirle que les cuente cómo termina esa parte de la historia, le piden que no los deje esperando 3 días para saber el desenlace. Al final del año, más del 80% aprueba la asignatura, pero, sobre todo, saben analizar e interpretar la historia en función de su presente. Ella es reconocida año a año como la docente con menos inasistencias de todo el bachillerato.
También es lo que hace nuestra querida amiga Arianna, responsable de que nos conozcamos, que donde llega y desde donde esté va aglutinando gente, a sus amigos y conocidos, a los amigos y conocidos de sus amigos, y desde allí genera algún movimiento necesario para servir a la comunidad a la que ella se debe. Como lo hizo en Venezuela, en Chile y ahora en España. Una inquieta incorregible.
Juan, los ejemplos pueden ser eternos. Estoy seguro de que tú conoces tantos que podríamos crear un libro de gente que vive y hace liderazgo día a día.
Este es el principio para decir que el liderazgo se da sin secretos, que el liderazgo lo hace y lo vive quien lo decide y no es el resultado de una genética heredada o de la fortuna de ser ungido por un Todopoderoso.
Liderar se trata de entregarse a servir a un propósito, agrupando voluntades, que al final estén en una mejor condición, quienes trabajan en pro del propósito y aquellos que se benefician del servicio ofrecido.
Liderar no tiene secretos. Todo aquello a lo que le damos connotación misteriosa, termina por volverse más complejo. Creo que el llamado que tenemos los que hacemos este trabajo, como tú y yo, es hacer del liderazgo una competencia sencilla (pero no simple), y que cada quien la pueda practicar por decisión desde su esencia y originalidad, sin necesidad de copiar a nadie.
Juan, bien sabes que el Liderazgo ecléctico es un modelo en el que trabajo desde hace casi una década y te pregunto como líder, ¿qué es lo más ecléctico que has emprendido?
J.V.:— Nuestra vida es ecléctica. La mía desde luego, pero con esto no eludo tu pregunta que es concreta. Antes, sin embargo, quiero reforzar lo que dices desde otras palabras.
Tal vez una de las sintonías que se produjo en ese primer encuentro nuestro en la bella isla de Margarita tiene que ver con la desestimación de esa aureola que han llamado “carisma”. Efectivamente, la idea de lo carismático, que en su raíz griega significa “lo que no podemos explicar”, nos lleva a imaginar poderes especiales de algunas personas y la verdad es que, como tú, tampoco creo en eso.
Muchas de las cosas que fueron carismáticas en su día hoy tienen explicación y podríamos lograr que las cosas sucedieran siguiendo esa explicación. También es cierto que el liderazgo se enfrenta a un mundo muy incierto y ante él la profesora de Historia Universal que con tanto cariño citas puede encontrarse con alumnos que no le pidan al terminar la clase, que les cuente cómo termina la historia, porque a través de su teléfono celular pueden saberlo. Seguramente, esa mujer a la que te refieres encontrará otros caminos para lograrlo.
Es decir, más que caminos establecidos, hay “desde dóndes interiores” que pueden hacer que si nos mantenemos atentos al mundo en el que estamos, volvamos a encontrar el hilo que nos lleve al núcleo del ovillo. Y en eso lo ecléctico es una forma interesante de estar en el mundo. No como una forma intermedia de pensamiento, sino como la apertura a articular formas de pensar.
En este sentido mi vida es ecléctica, pero tú me preguntas qué es lo más ecléctico que he emprendido y eso me lleva a revisarme y a dudar. Creo que mi travesía dentro del coaching es una muestra de mi eclecticismo. Es cierto que me formé en la aproximación ontológica del coaching, pero pronto sentí una sensación de alerta ante una manera ortodoxa de concebirlo, casi excluyente de otras formas de entender el arte de acompañar.
Por eso pronto indagué en la Programación Neurolingüística (PNL) y encontré herramientas que pueden ser valiosas en una sesión de coaching. Con mi amiga Carolina Bozzo, destacada psicóloga chilena, conversamos sobre el concepto de coaching integrativo en Capsis, la consultora que dirige. Fueron sesiones muy interesantes en las que diseñamos un programa que integraba las bases del coaching ontológico, de la PNL y del coaching sistémico de la escuela de Palo Alto.
Hoy escucho con atención los muchos apellidos que le han salido al coaching, hijo de múltiples orígenes. Algunos de ellos no me acomodan, los encuentro incluso pretenciosos. Otros abren espacios al servicio central de que el coachee se sienta realmente acompañado. Es decir, sienta la libertad de una relación que no evalúa ni obliga y a mí me permita enriquecer conversaciones en las que, a veces, planteo: ahora me voy a salir del coaching y voy a ser el profesor de estrategia, o el mentor de muchos emprendimientos, o el poeta que cree que una palabra puede abrir el corazón más que una pregunta, o el aprendiz que sigue mirando el mundo con asombro. ¿Qué te asombra a ti?, le pregunto. ¿Desde dónde te viene ese asombro?, repregunto.
Y ahora te pregunto a ti, Amancio, ¿cuáles son los principales mensajes que quieres dejar en tu libro “Liderazgo sin secretos?
A.O.:— Juan, déjame, antes de responder sobre los mensajes centrales del libro, usar tu respuesta y tu planteamiento y poner como ingrediente en este coloquio la parafraseada que haces del refrán muy español y muy quijotesco, que dice: “Por el hilo se saca el ovillo”. Este refrán era usado con frecuencia por mi padre. Seguramente fue al primero a quien se lo escuché.
Y me remito a ese dicho, porque creo que el coaching–casi en cualquiera de sus corrientes y compartiendo contigo el pensamiento de que algunas se ajustan mejor que otras y que hay algunos usos de los cuales conservo mis reservas y distancia– es un camino que comienza por un hilo, ya sea la palabra, el carisma (usando tu mención), la ausencia, la mirada pidiendo ayuda, un suspiro casi infinito, un poema que hace sentido. Y desde allí, ir tras esa pista para llegar al ovillo.
Hacer esto con consciencia de que somos seres eclécticos hace el proceso de acompañamiento más orgánico, más parecido a quienes participan en esa danza. Hoy, 11 años después, me doy cuenta de que fue exactamente lo que me pasó en nuestro primer encuentro durante el proceso de formación en Coaching directivo.
Tu invitación fue algo así: “Vean al ser humano que tienen enfrente, montado en un rol directivo y sigan cada pista para que logre verse de manera integral en las 8 dimensiones”. Juan, y sin ánimos de confundir la integralidad del ser con el eclecticismo, ¿será que estabas anunciando el “coaching ecléctico” sin decirlo?
Ahora, haciéndome cargo de la pregunta que me hiciste, el libro busca romper las barreras mentales (y con ellas las fronteras físicas) que dicen que el liderazgo se trata de unos recursos que están fuera de nosotros, cuando la verdad es que todos podemos liderar desde lo que poseemos. En principio, no necesitamos más que la decisión. Aquí pueden surgir diferentes variantes e interpretaciones, pero este siempre será el punto de partida.
Y luego de este mensaje, que para mí es esencial, las páginas van llevando al lector para que comprenda en qué consiste el modelo Liderazgo ecléctico y cómo puede pasearse por los 4 pilares que lo componen hasta llegar a escribir concienzudamente su propio estilo de liderazgo.
En cada pilar encontrarán los “por qué”, algunos “qué” y un puñado de “cómo”, pero, sobre todo, espero que consigan sus propias respuestas sobre sus estilos de cómo servir e impactar positivamente en el mundo, en sus mundos, desde la expansión de su liderazgo.
Juan, con base en tu magistral obra Articuladores de lo posible (2020) la conversación con tu coach, tu nieta Laura (de 7 años en ese momento), y el tema de “ser de derecha o de izquierda”; la política y el liderazgo en Latinoamérica, y tus acertadas predicciones políticas en Chile (que me constan), te pregunto: ¿Qué vislumbras en el desenlace político de Venezuela? ¿Habrá cambio este 2024?
J.V.:— Empiezo por tu primera pregunta y ese momento que recuerdas de 11 años atrás. Como te he comentado antes, creo en el eclecticismo y en las infinitas posibilidades que existen a nuestro alrededor. ¿Por qué no tomarlas? El límite son nuestros valores y la ética del contexto en el que nos movamos.
Has despertado mi curiosidad y me has llevado a buscar la presentación que hice en aquel taller en agosto del 2013 en Caracas. Yo mismo me he sorprendido al ver que lo terminé con una lámina con la siguiente frase: “Si soy un general, tendré soldados. Si soy un profesor, tendré alumnos. Si soy un maestro, tendré discípulos empoderados. Si dirijo desde el arte y la abundancia, generaré arte y abundancia a mi alrededor”. Definitivamente, creo en la abundancia y, por lo tanto, fue una invitación a no quedarse en una sola interpretación, en una sola de nuestras capacidades, en uno de nuestros roles solamente. Cada uno de nosotros es una multitud.
Tu segunda pregunta es mucho más difícil y me declaro sin la suficiente información para responderla hoy. Podría decirte lo que me gustaría que pasara. Yo creo que la polarización rompe las sociedades y la elección en las primarias celebrabas en Venezuela vuelve a poner a la sociedad a elegir entre dos miradas extremas.
En mi época de intenso trabajo en Venezuela visitó Chile Ramón Guillermo Aveledo quien era el líder de la coalición opositora creada en el 2008: la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Quería conocer cómo se había gestado eso que se llamó en Chile “Concertación de partidos por la democracia”, que logró vencer al dictador Pinochet en las elecciones que él mismo convocó, seguro de que iba a ganarlas. Aveledo quería saber, sobre todo, cómo habían podido gobernar en coalición partidos tan diferentes.
En un momento de la conversación con el gobierno chileno se habló del apoyo de coaching que en algunos casos habían tenido y un subsecretario de ese momento le dio mi referencia como coach político. En mi siguiente viaje a Venezuela organizaron una reunión con representantes de la MUD. Yo en ese momento ya estaba desengañado de las intenciones del presidente Chávez de respetar la democracia. Llegué a la reunión con muchas expectativas y salí con mucha frustración. La MUD no tenía un proyecto país. La unión estaba basada en el odio al enemigo común. En el resto de la conversación sólo escuché diferencias. Yo creo que el amor mueve montañas y reconociendo la capacidad movilizadora de la rabia, el odio no las mueve. No se produjeron las condiciones para seguir conversando.
Hoy desconozco la profundidad del alineamiento de las fuerzas opositoras. No tengo el juicio, en cualquier caso, de que María Corina Machado sea la articuladora de una coalición que pudiese generar el regreso a la democracia. Desde luego soy de los que opinan que Venezuela no tiene un gobierno democrático y sigo creyendo en las democracias, a pesar de sus dificultades para gobernar hoy.
Fuiste hábil en dar un giro a nuestra conversación, pero quiero volver a una pregunta sobre una vertiente del liderazgo que me interesa. Escribes en tu libro: “El liderazgo ecléctico no se enfoca en la creación de un líder innovador solitario, sino en la formación de una tribu innovadora”. ¿Puede ser ese el secreto o la clave de lo que permite la movilización en un mundo como el que vivimos? Me interesa mucho tu interpretación.
A.O.:— Juan, te respondo de manera puntual, que el individualismo y la venta pública de los genios como seres superiores ha hecho que esperemos que las grandes creaciones o “las genialidades” vengan de una persona y no de un conjunto de ellas. Si te detienes a ver muchas de las entrevistas que les hacen a los innovadores podrás notar que les preguntan: ¿Cómo se te ocurrió?, ¿de dónde sacaste eso?, ¿qué te inspiró a crear esto? Muy pocas veces ofrecen interrogantes en el sentido de: ¿Cuántos estuvieron involucrados en el desarrollo de esta gran idea?, ¿quiénes te acompañaron en el proceso de innovación?, ¿cuándo se conformó el equipo de innovación?, ¿cómo se creó la cultura de innovación en tu empresa?
Esto va a cambiar más temprano que tarde, dado que se ha demostrado que cada vez hay menos ideas originales. Hay menos invenciones y hay más innovaciones. También, podría justificar lo que sostengo en las palabras del ingeniero químico y activista estadounidense Linus Pauling, cuando dijo: “La única forma de tener buenas ideas es tener muchas ideas”.
Si lo anterior es cierto, al líder no le quedará otra cosa que crear una tribu que lo acompañé. Uso el término “tribu” con toda la intención, porque serán un equipo de hombres y mujeres creyentes en lo que se está emprendiendo, leales, con un alto sentido de pertenencia y una genuina necesidad de aportar valor para el proceso colectivo de creación.
La innovación es un camino que tiene que ocurrir en diferentes ámbitos: los procesos organizacionales, lo relacional, la calidad de vida, en el diseño de productos y servicios, la distribución y logística, el modelo financiero del negocio, la velocidad y criterios para la toma de decisiones. Y todo esto incluye la necesidad de un liderazgo que pueda articular las tribus en función de lograr que la innovación ocurra de manera constante.
Imagina una empresa donde en su cultura puedas pertenecer a la tribu que está innovando en la calidad de servicio, sin importar tu unidad formal de trabajo. O que en la tribu que está innovando en el desarrollo de mejorar la experiencia del cliente interno, hay un proveedor consecuente de la empresa. Lo que importa es que puedas aportar valor y contribuir al desarrollo de las ideas, llevadas a rotundas realidades.
La innovación es un espacio que debe ser considerado con una importancia esencial por el líder, y bajo esta convicción, es por ello que dentro del modelo Liderazgo ecléctico lo colocamos como uno de los 4 pilares y he escrito un capítulo dentro del libro Liderazgo sin secretos (2023) dedicado a mostrar cómo se está dando la innovación en las organizaciones actuales.
Juan, quiero agradecer mucho esta oportunidad de articular contigo este documento, que es, sin duda, un espacio innovador para desarrollar y compartir un poco del conocimiento que tú y tus invitados generosamente ofrecen a los lectores. Yo me siento muy contento de ser parte de los Artículos articulados. Me la he pasado fantásticamente.
Muchos de aquellos que desean servir como líder sienten el vértigo de los nuevos tiempos, donde todo ocurre muy rápido, donde siempre parecen llegar tarde. Ahora parece que pasamos de unas diferencias generacionales a hacer uso de la inteligencia artificial para tener mejores resultados en el proceso de liderazgo. Y te pregunto, ¿qué pasará con la inteligencia relacional del líder?, ¿dónde quedará lo vital, lo humano?
J.V.:— Gracias, Amancio, y antes de dar mi respuesta a la pregunta con la que cerraremos esta conversación, quiero devolverte lo que tus palabras evocan en mí. Durante un buen período de mi vida me acerqué al liderazgo a través de los estudios académicos que había sobre el fenómeno de liderar. Sin embargo, la definición que más resonó en mí fue la de un alto directivo de una compañía farmacéutica norteamericana, Gilles Pajou, que declaró: “Liderar es crear mundos a los cuales las personas quieran pertenecer”.
Esa definición no está lejos de tu versión de tribu, ni tampoco del trabajo que hoy hago formando eso que hemos llamado articuladores, cuya tarea es la creación de espacios en los que sean posibles acciones y cercanías que de otra forma no existirían. Las claves tienen que ver con la interlegitimación, la calidad relacional y la pertenencia.
Todo ello es muy diferente al tipo de relación que se establece a través de las redes sociales o con la inteligencia artificial. En ambos casos se consiguen interesantes soluciones funcionales, pero ¿puede sostenerse la humanidad sólo con avances funcionales?, ¿seguiremos siendo humanos sin sentimientos? Mi respuesta hasta ahora es que en la esencia de la humanidad hay poderosos componentes que no son lógicos, que no se resuelven desde la mente. Sobre ello he escrito un reciente artículo.
Desde luego tengo temor a la ceguera que puede traernos la mezcla de facilismo y rapidez. Tengo temor, también, a que vayamos cediendo el espacio del pensar, porque finalmente, mucho a lo que hoy dedicamos nuestro pensamiento estará ya resuelto. Confío, porque no puedo decir que sé, que no cederemos el espacio de sentir y que una imperiosa necesidad de compañía nos hará requerir lo colectivo.
Ese vértigo al que aludes, esa complejidad que surge de muchos frentes que se combinan, es el mejor argumento para no quedarnos en el ingenio de alguien solo. Precisaremos ese ingenio plural al que podemos llamar inteligencia colectiva o la capacidad de encontrar un punto más alto en la conciencia desde el que el ser humano requiera de los demás humanos y de una conversación nueva que no sea consecuencia de lo sabido o de lo predecible.
Hasta ahora siempre ha habido un camino del héroe que, desde la sensación de derrumbe, desde el vértigo de una caída al vacío, ha generado las nuevas alas de un vuelo nuevo. Esta manera de conversar nosotros es un ejemplo. Está basada en la tecnología, que hace posible intercambiar lo escrito, escribir sobre lo que escribe el otro sin que hayamos intercambiado una sola palabra frente a frente. Y, sin embargo, nos ha permitido, al menos a mí, saber que podremos seguir construyendo sobre lo que el otro dice, haciendo que las mismas palabras produzcan distintas inspiraciones y la certeza interior de que no podemos dejar que nadie sustituya nuestras emociones, nuestras propias y valiosas contradicciones y nuestros sentimientos. Quiero decir que cuando se merma el espacio de lo racional puede crecer el de lo relacional.
¿Dónde quedará lo vital y lo humano?, me preguntas. En una nueva generación de filósofos y poetas que sabrán de innovación y tecnología y estarán profundamente enamorados del arte de acompañar. Ese que para mí es el profundo secreto a voces del liderazgo. Gracias, amigo Amancio, por tu pregunta.
***
Amancio y Juan se alejan del café Word hablando de sus infancias distantes y distintas, comprobando que el tiempo no ha borrado la emoción de sus recuerdos, que están ahí, escondidos entre conexiones neuronales, en las sombras de cerebros que están llenos de historias. No se dicen nada más. Saben que muchos silencios están llenos de compañía. Al despedirse, Amancio se dirige a Juan y le dice: “Yo pago el próximo café”.