Juan Vera

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Conversando con Daniel Innerarity

La democracia amenazada

Raras veces tenemos la oportunidad de conversar con aquellas personas que son nuestros referentes en un ámbito determinado. Ese privilegio lo tuve hace unos días cuando, por intervención de la coach venezolana Johanna Rodríguez, tuve ocasión de entrevistar en el marco de los Círculos de Lectura “Articuladores de lo posible” a Daniel Innerarity.

¿Quién es Daniel Innerarity?

Daniel Innerarity es a mi juicio el filósofo político actual más importante de habla hispana, catedrático de filosofía política de la Universidad del País Vasco, director del Instituto de Gobernanza Democrática, profesor del Instituto Universitario Europeo de Florencia y lleva además con liviandad, su paso por instituciones como La Sorbona, la London School of Economics and Political Sciencies o la Universidad de Georgetown.

Empecé a seguir su obra en el año 2010. Fue uno de esos descubrimientos iluminadores, en la medida en que su discurso arrojaba luz sobre ámbitos y temáticas que durante estos años han ocupado el centro de mi interés. Desde entonces he leído nueve de sus obras, preparando la referida entrevista hojeé algunos de ellos. “El futuro y sus enemigos”, por ejemplo. Entre los muchos subrayados de sus páginas tomé uno que me sirvió para contextualizar el inicio de la entrevista.

«El pensamiento y la acción transformadora se basa en la confianza de que el futuro es algo configurable por el hombre. Ahora bien, con el establecimiento de una instantaneidad y simultaneidad global, este tipo de futuro es desplazado por un presente veloz, entendido como foco exclusivo de gratificación e interés. Es una de las razones de esa disociación entre el futuro que deberíamos tener en cuenta y el que realmente entra en nuestras consideraciones: mientras que la repercusión de nuestras acciones llega incluso a futuros muy lejanos, nuestra perspectiva y ocupación continúan reducidos al ámbito operativo del presente» 

Por ello mi primera pregunta fue:

-Once años después de haber escrito esto ¿Por qué consideras hoy que el mundo de la política ha perdido la capacidad de pensar el futuro? ¿Puede tener que ver con ese síndrome de hybris de retener el poder?

Tiene que ver con lo que yo llamo presentismo, esa obsesión con el momento presente, con la ganancia inmediata, con la batalla de hoy o de mañana, con una agenda muy cortoplacista, pero no creo que sea una propiedad solamente de las democracias, sino del mundo contemporáneo.

El mundo actual se ha acelerado tremendamente. Tenemos menos paciencia y cuando digo tenemos me refiero a nosotros como consumidores, como lectores, como agentes políticos, como educadores… En general hay menos paciencia y al mismo tiempo el futuro se ha convertido en algo muy inconcreto, poco manejable, muy opaco, con lo cual en ese contraste parece bastante lógico -no lo digo por disculpar, sino para tratar de comprender- que si nos centramos en el sistema político sea hoy una carrera acelerada para obtener una ganancia en el presente inmediato, a veces desatendiendo el futuro e incluso a costa del propio futuro.

Esas ganancias inmediatas están frecuentemente en clara contradicción con las ganancias en el largo plazo. Para poner algún ejemplo político que tengo más a la mano, y sin poner nombres, un importante político español me dijo poco antes del confinamiento de la actual pandemia “me gustaría tener alguna relación con mis adversarios que no fuera la de la campaña electoral”. Creo que lo decía con sinceridad. Describía una relación con sus competidores puramente electoral, puramente competitiva y echaba en falta una conversación más distendida, menos especular en ese espacio público de la riña y la competición.

Creo que esto tiene que ver con dos fenómenos. Uno relacionado con la aceleración de los tiempos. Cuando se ha acelerado tanto el tiempo de la moda, de las finanzas, de la economía, como el de la comunicación a través de las redes sociales y tantos otros, es bastante lógico que afecte a la política y que tenga una repercusión en ella muy clara. Me lo decía esa misma persona a la que me he referido “el panorama político español está lleno de líderes que no soportarían otro fracaso”. Quería decir que sus propias escuderías, que sus propios partidos y sus votantes no les perdonarían fracasar.

Daniel Innerarity aprovechó para comentar a los presentes en la reunión el caso de España, en el que un gobernante como Mariano Rajoy perdió dos elecciones generales antes de lograr vencer en la tercera vez que se presentó. Explicó el contexto actual y prosiguió:

Eso hace que los políticos tengan un comportamiento tremendamente ansioso. Viven en una atmósfera de gran ansiedad, que los lleva a no dejar de hacer oposición sobre cualquier tema. Yo suelo recomendar que se centren en temas importantes, que no se agoten en los que tienen poca significación.

-¿Y cuál es la segunda razón que encuentras?

La segunda razón es estructural, no tiene que ver con la maldad o la estulticia de los agentes políticos, sino que tiene que ver con la dimensión competitiva de la democracia, una dimensión que ocupa ya todo el espacio de la vida política. Antes había elecciones, formación de gobierno y gobierno propiamente dicho. Ustedes saben que en España no hace tanto tiempo tuvimos que repetir tres veces las elecciones porque los líderes políticos fueron incapaces de ponerse de acuerdo.

Esto puso de manifiesto que teníamos líderes para competir y ganar elecciones, pero no para formar gobierno, porque la lógica de formar gobierno es una lógica diferente a la de la competición y debe tener en cuenta que aquel agente político contra el que has competido puede ser después un aliado necesario, por ello, si exageras el momento y los modos de la campaña puedes tener un efecto negativo después. Cuando en la campaña se agudizan las diferencias y se denigra al adversario para salir beneficiado por el contraste se corren riesgos. Es algo que el sistema político puede soportar un pequeño espacio de tiempo, pero resulta insoportable mantener la polarización permanentemente.

Esto explica también la polarización creciente de la sociedad - termina diciendo Daniel Innerarity.

En la semana siguiente a la entrevista, en uno de los movimientos para el diálogo de los que formo parte, participé en una reunión con seis senadores chilenos con el propósito de apoyar espacios para el encuentro y pude escuchar manifestaciones que ratificaron las palabras de Daniel. “Hemos dejado de conversar”, “Se hace imposible avanzar si dedicamos toda nuestra energía a evitar que el otro avance”, “los egos están más presentes que las convicciones y el bien de Chile”.

Hoy que escribo este artículo, la editorial del diario español “El País” lleva por título “Por otra Política” y por subtítulo: “Es urgente revertir una deriva de crispación que deteriora la democracia”. 

El contenido también da la razón a lo manifestado por Innerarity.

Tomo el primer párrafo:

«El Congreso de los Diputados exhibió esta semana su habitual crispación y sectarismo partidista. En vez de la convivencia serena de diferentes propuestas políticas que cabría esperar en una democracia europea asentada desde hace más de cuatro décadas y en medio de una situación de excepcional gravedad, de nuevo la ciudadanía tuvo que sufrir una sesión parlamentaria cargada de hipérboles tóxicas, con expresiones como “fascismo judicial” o “Gobierno totalitario”. Son estos ejemplos de una deriva del lenguaje político que polariza la sociedad e incendia la conversación pública»


Desde una preocupación similar a la aquí expresada seguí preguntando al filósofo político español, quise saber a continuación si realmente sentía que la democracia corre peligro. En el momento de hacer mi pregunta desconocía el estudio presentado por el diario “El País” que ofrece el dato de que un 83,4% de la población española considera que no hay diálogo o que el que hay no es respetuoso y un 74% manifiesta que es una realidad que ha empeorado especialmente en los últimos años. 

Diálogo, cultura del encuentro, articulación de conversaciones para comprender, palabras que están presentes en estos días en los que termina el año de la pandemia, palabras que conviven con la amenaza de que gobernar en democracia siga siendo un desafío cada vez más lejano y cada vez más necesario.

Formulé varias preguntas más a Daniel Innerarity y sus respuestas dirigidas a todos los participantes de los Círculos de lectura de “Articuladores de lo posible” serán el motivo del próximo artículo de esta serie.