¿Comunidad o individualidad? El falso dilema

Vivimos un momento de reivindicación de la identidad individual, de nuestro derecho a ser distintos, originales y únicos. Esta es una reivindicación que considero legítima, pero no como oposición a la importancia del sentido de comunidad. ¿Perdemos nuestra identidad en comunidades o, por el contrario, nos desarrollamos en ellas y alcanzamos nuestra más plena humanidad?

He citado más de una vez el comienzo de Alexis o el tratado del inútil combate (1929) de la novelista Marguerite Yourcenar.

Esta carta, amiga mía, será muy larga. He leído con frecuencia que las palabras traicionan al pensamiento, pero me parece que las palabras escritas lo traicionan todavía más.
Marguerite Yourcenar

Y hoy vuelvo a hacerlo para empezar diciendo que este artículo será intencionadamente corto porque no creo que tenga otro sentido que su propio título.

 
 

¿Refugio identitario o aislamiento?

Tal vez el dilema de comunidad o individualidad surge de confundir comunidades con sectas o de considerarlas un refugio identitario en el que se cultiva una interpretación única de la realidad. Cuando esto ocurre efectivamente esas comunidades terminan excluyendo al resto y tratan de apropiarse de la libertad de nuestro pensamiento. 

¿Es imposible que haya comunidades de legitimación de lo distinto que respeten fundamentalmente la capacidad de ser complementarios, de ser parte diferente de una construcción más amplia, más diversa, incluso más espiritual y humana?

Plantear este dilema nos sugiere elegir una opción y defenderla. 

Esta carta, amiga mía, amigos todos, esta breve columna solo trata de decir esto: que los seres humanos nos desarrollamos en comunidades y que es posible que nuestro propósito sea el de aceptar que somos diferentes; que tenemos derecho a serlo; que existe un espacio en el que todo cabe, en el que cada escalón conduce a otro y que existe un lugar desde el que al mirarlos no conducen a una figura vertical que sugiera planos superiores, sino a una extensión horizontal de un gran campo de cultivos diferentes, una visión polícroma, una red que se puede lanzar al infinito.

El falso dilema entre comunidad o individualidad, ¿por qué podría no ser cierto?, ¿no tendrá que ver la belleza del bosque con la diversidad de su flora y la afortunada urdimbre de la individualidad de cada una de ellas que conforma finalmente un cuadro exquisito?, ¿por qué no?

 

Juan Vera

Hacia un mundo más humano y sensible

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